Laguardia, hotel y restaurante
Plaza fuerte, bien defendida, vigilante y en guardia desde un altozano, es Laguardia (Álava), centinela del tiempo, surgida a raíz de un castillo construído por el rey navarro Sancho Abarca, en el siglo X y que por su situación estratégica siempre tuvo una gran relevancia como plaza fuerte defensiva en todas las disputas entre los distintos reinos de entonces.
Qué ver en Laguardia
Al llegar a esta villa de trazado medieval erigida entre el castillo y una iglesia fortificada y de fácil recorrido, ya desde muy lejos, se hacen visibles sus murallas de gruesos muros levantados durante el reinado de Sancho VII El Fuerte, en el siglo XIII y recubiertas con piedra de sillería y rematadas con un adarve de almenas que hacían posible recorrer todo su perímetro. El acceso a la villa se hacía a traves de cualquiera de las cuatro puertas que se abrieron, Paganos, Mercadal, San Juan y Santa Engracia; posteriormente, en el siglo XV, se abrió una quinta puerta, la Puerta Nueva o de Carnicerías.
En nuestro paseo nos detendremos en la Plaza Mayor, lugar de encuentro, porticada y en la que destacan el antiguo Ayuntamiento, siglo XVI, con el escudo imperial de Carlos V y el nuevo Ayuntamiento, del siglo XIX con el escudo de la villa y un curiosos reloj de carrillón, que a las doce del mediodia y a las ocho de la tarde, sus muñecos articulados nos ofrecen un típico pasacalles. El edificio civil más antiguo de la localidad, la Casa de la Primicia, de estilo gótico, de finales del siglo XIV y principios del XV; la Casa de Samaniego, en la Plazuela de San Juan, data del siglo XVII, y es donde nació el célebre fabulista Felix María Samaniego, y en su fachada tiene un escudo de los Ramirez de la Piscina y Acedo.
Al norte de la localidad encontramos la Iglesia de Santa María de los Reyes, iniciada en el siglo XII, en estilo románico lombardo y terminada en el siglo XVI. de construcción rectangular, con tres naves, crucero y ábside poligonal; de austera fachada y singular portada, gótica de piedra, del siglo XIV, destacando su policromía, del siglo XVII, apreciándose en sus jambas las figuras de los doce apóstoles y en el portaluz una delicada imagen de la Virgen con el Niño. El retablo mayores del siglo XVI. Junto a la Iglesia de Santa María de los Reyes, en el siglo XIII, fué levantada la Torre Abacial, de estilo románico-gótico. Merece la atención la Iglesia de San Juan Bautista, de diferente estilos arquitéctonicos y un retablo barroco dedicado al apóstol.
Como en esta singular plaza nos sentiremos bien protegidos, vamos a hacer nuestra Parada y Fonda, buscando un lugar especial donde comer, que los hay muy buenos y con mucho encanto,; al igual que donde dormir, aunque sugerimos uno fuera de sus murallas, pero cercano, que bien lo merece.
Dónde dormir en Laguardia
Hotel Antigua Bodega de Don Cosme Palacio. Crtra. de Elciego s/n. Laguardia (Álava).
Ocupa un edificio de piedra de mampostería y sillería de finales del siglo XIX, antigua sala de bodegas fundada an 1894 por Don Cosme Palacio y Bermejillo, de estilo tradicional riojano de la época. Fuè rehabilitado en 1990 y convertido en hotel al estilo de los chetaux franceses. Cuenta con doce habitaciones bien equipadas, amplias y decoradas con muebles rústicos restaurados y de forma diferente cada una de ellas, teniendo como denominador común el tema vinícola, siendo los suelos de baro o de tarima, habiéndose dejado a la vista en algunas habitaciones los muros de piedra. Estupendos salones, bar de vinos y buen restaurante, que ofrece una cocina riojana de calidad, y fácil aparcamiento enfrente del edificio completan esta propuesta.
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Más información y reservas: hoteles en Laguardia
Dónde comer
Restaurante Castillo El Collado. Paseo el Collado, 1 Laguardia (Álava).
Enclavado en la parte alta de la localidad, ocupa una casa señorial con aspecto de pequeño y encantador castillo, se trata de un restaurante de hotel de ocho habitaciones, muy recomendable, por su equipamiento y ambientación, aunque de precios superiores a nuestra media propuesta. En su restaurante, también de precio algo más alto, se sirven platos modernos bien eleborados con materias primas de calidad y del recetario autóctono y tradicional. El lugar es de un encanto distinto y especial.
Aparte de los monumentos dignos de ver ya comentados, el pueblo está lleno de casonas, con zaguanes empedrados, que fueron edificadas entre los siglos XVI al XVIII y de bodegas, que bien puede ser una alternativa o complemento al paseo, pero que en cualquiera de los casos no nos ha de impedir irnos de aquí sin haber disfrutado de un buen vino de los tantos que nos ofrece el terreno.
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