La bella localidad de Castropol, en Asturias
La villa de Castropol, de 5.000 habitantes, está situada en el extremo oriental del Principado, elevada sobre una penÃnsula en la orilla derecha de la rÃa del Eo, ocupando un lugar privilegiado. La silueta de su caserÃo, recortado sobre las aguas, dibuja una de las estampas más pintorescas de la costa asturiana.
A su atractivo paisajÃstico añade Castropol un conjunto monumental bien conservado y un aire decadente heredero de la prosperidad de tiempos pasados. En la actualidad, la población, que no hace muchos años inició la explotación de criaderos de ostras, constituye un concurrido núcleo turÃstico, ideal para la práctica de los deportes náuticos.
Castropol es uno de los núcleos urbanos mejor conservados del litoral asturiano. Viviendas de sabor marinero, casonas tradicional y villas nobiliarias forman un conjunto de enorme atractivo. La localidad se asoma a la rÃa del Eo, y sus calles brindan espléndidas panorámicas de la entrada de mar, y de las poblaciones de Ribadeo y Figueras.
Un atractivo paseo bordea la rÃa, mientras que en el interior del casco urbano la esbelta torre de la iglesia parroquial constituye la referencia más significativa. En 1997 recibió el premio al Pueblo Ejemplar de Asturias.
Pese a que le antecedió algún castro, Castropol fue fundada en 1299, bajo el dominio del obispado de Oviedo, probablemente sobre el lugar de asentamiento de un antiguo castro. En 1587 la villa, uno de los puertos pesqueros más activos de la comarca, quedó destruida como consecuencia de un incendio.
Su historia posterior no ofrece acontecimientos excesivamente relevantes, a no ser la ocupación inglesa en 1719 y una destacada participación en la guerra de la Independencia, etapa durante la cual fue sede de la Junta del Principado.
Como en otras localidades, el regreso de los indianos a finales del siglo XIX se dejó sentir en algunas iniciativas constructivas que transformaron parcialmente su aspecto. En Castropol se reza a san Efrén y la localidad tiene como hijo ilustre a don Fernando Villamil, militar que navegó en todos los mares y vivió los últimos episodios coloniales.
En el parque veréis el monumento que le dedicaron sus paisanos. Entre los vecinos ilustres de la villa también se cuenta a don Ramón Menéndez Pelayo, como se encarga de recordar una placa conmemorativa.
Foto VÃa: romarintyp