Comillas, tradición y modernismo

Comillas, en Cantabria
Todo cambió en la apacible y bonita villa marinera de Comillas, en la provincia de Cantabria, a 49 kms. de su capital, Santander, que tradicionalmente siempre vivió de la pesca, la agricultura y la ganadería, cuando a mediados del siglo XIX  experimentó un inusual auge con la llegada del ilustre D. Antonio López y López, magnate naviero e hijo natal de la villa, quien a su regreso de hacer las Américas levantó un buen número de importantes edificios, potenció la industria de la pesca, e hizo de la villa una atractiva localidad veraniega, convirtiéndola desde entonces en un centro de gran interés y de una fuerte actividad turística.

La villa de Comillas, enclavada en un lugar privilegiado, próspero y pintoresco, a orillas del Cantábrico, es famosa por sus numerosos e interesantes edificios modernistas, obras de grandes arquitectos catalanes, entre los que hay que resaltar la Universidad Pontifica, que mira al mar desde lo alto de una colina, La Cardosa, donde se alza majestuosa; diseñada por Joan Martorell , según proyecto de Lluis Doménech i Montaner. El Palacio de Sobrellano, compuesto de tres cuerpos neogóticos, proyectado por Joan Martorell, formando un conjunto con la capilla-panteón, que está al lado. Pero es sin dudas, el monumento más conocido y atractivo de la villa El Capricho de Gaudí, obra de Antoni Gaudí, una genial construcción con una torre lateral a modo de minarete, en la que combina, con una fantasía de inspiración mudéjar, diferentes elementos, colorido y motivos.

Sus calles y plazas merecen la pena recorrerse tranquilamente, deteniéndonos ante los numerosos edificios de interés que posee la villa, repleta de palacetes aristocráticos, mencionando algunos de ellos, tales como, La Casa Ocejo, el Ayuntamiento Antiguo y el Ayuntamiento Nuevo, La Coteruca, El Duque ó El Espolón. Otro monumentos y lugares de interés pueden ser El Hospital, El Cementerio y la Antigua Iglesia, La Fuente de los Tres Caños, la Puerta de Moro, la Puerta de la Universidad Pontificia, el Monumento al Marqués de Comillas, el Puerto, así como el Corro de San Pedro, y el Corro Campíos, lugar donde hay que hacer una paradita en algunos de los muchos bares que pueblan la zona, sitio de encuentro y de buen tapeo, debiendo su nombre de «corro» a ser un lugar cerrado o cercado destinado para jugar a los bolos, afición que aún permanece viva entre los lugareños.

Como edificio religioso destacable encontramos la Iglesia Parroquial de San Cristóbal, del siglo XVIII, de planta rectangular y cabecera rectangular, de tres naves, dos portones opuestos y sólida torre de cuatro alturas, rematada con una balaustrada y un pináculo piramidal.

Sin con el paseo y el aperitivo se nos ha despertado las ganas de comer y queremos buscar un lugar ideal para sentarnos a una buena mesa donde disfrutar de la gastronomía local en la que abundan excelentes sugerencias, de la que merece una especial mención el marmitaco, guiso marinero de bonito con patatas, cebollas y pimientos y otros aderezos, estamos en la obligación de proponer algunos establecimientos únicos por su ubicación y calidad.

Para quienes deseen disfrutar de unos buenos platos de la cocina tradicional cántabra a unos precios algo más asequibles, bien satisfechos pueden quedar en el Restaurante Gurea, en la calle Ignacio Fernández de Castro, 11, ubicado en los bajos de una casa típica montañesa, con comedor elegante y acogedor; La Marisquería Adolfo, en calle Las Infantas, 2, muy tradicional, con una cocina regional, marinera y montañesa. Dispone de barra y vivero. También, el Restaurante La Rabia, en Barrio de La Rabia, 8, con una destacada cocina casera.

En sus alrededores, muchos lugares a donde desplazarse para conocer y disfrutar de esta preciosa tierra; muy cerquita, San Vicente de la Barquera, villa marinera con calles con soportales, murallas e iglesia romanicogótica; en direcciòn opuesta, Santillana de Mar, que conserva en perfecto estado un maravilloso conjunto arquitectónico de casas de los siglos XV al XVII; y adentrándonos en el valle de Cabuérniga, llegamos a Bárcena Mayor, un pintoresco pueblo, excepcional ejemplo de la arquitectura rural montañesa. De estós bellos pueblos, en «Lugares con encanto en España. Parada y fonda«, describimos una detenida visita.

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