Cuenca, la fantasia de la gravedad

Casas Colgadas de Cuenca

Cuenca es una de las ciudades que más me han fascinado de mis viajes por España. Su monumentalidad, su espíritu silencioso, nostálgico, su aroma antiguo. Son tantas las sensaciones encontradas que se pueden experimentar en Cuenca… La maravillosa ciudad tallada a golpe de los ríos Júcar y Huécar, maravillosos arquitectos que han propiciado los deslumbrantes precipicios, estampa de sus casas colgantes, ocupa hoy nuestra visita.

Os recomiendo resistir un poco la tentación de adentraros en el magnífico casco antiguo de la ciudad. Hacedme caso. Antes rodearemos la ciudad por la carretera de circunvalación, siguiendo la hoz del Huécar y el Júcar. Las vistas que tendréis de la ciudad colapsarán vuestra cámara de fotos.

Ahora sí, metámonos Cuenca en los ojos. El emblema de la ciudad son sus Casas Colgadas. Allí comenzamos nuestra visita. Son un conjunto de edificios construidos a partir del siglo XIV sobre la garganta del Huécar. Están sustentados por vigas, mientras sus balconadas de madera se citan a cada instante con el vértigo y la belleza. La Casa de la Sirena alberga el Mesón de las Casas Colgadas, mientras que en la Casa del Rey se halla el Museo de Arte Abstracto.

Sin duda, la mejor manera de ver este conjunto es desde el Puente de San Pablo, al otro lado del cual se halla el Convento de San Pablo, de 1523. Hoy se sitúa allí el Parador de Turismo y la iglesia es la sede principal de los conciertos de la Semana de Música Religiosa.

Catedral de Cuenca

Con la vista aún en la retina de las Casas Colgadas nos dirigimos a la Catedral, el monumento de mayor antigüedad de la ciudad. Se halla en el corazón del casco antiguo, en su parte más alta, bajo la advocación de Santa María de Gracia. Se empezó a construir en el siglo XII, y aún en el XX se retocaba la fachada. De su interior debéis visitar el coro, la Capilla Mayor con el sepulcro de San Julián, el arco de Jamete de 1546, la capilla del Espíritu Santo con el panteón de los Hurtado de Mendoza y la Sacristía Mayor.

Pegado a la Catedral se halla el Palacio Arzobispal, que aloja el Museo Diocesano. En él encontraréis obras de El Greco fundamentalmente. En la Plaza Mayor visitamos el Ayuntamiento, y un poquito más allá, ya en la Plaza de la Merced, se halla el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha.

Pasear por las calles de Cuenca nos permite apreciar la belleza singular de la misma. Si tomamos la Calle San Pedro, por elegir una entre tantas, podremos ver la Casa del Canónigo o el Convento de las Angélicas, para acabar ante la propia Iglesia de San Pedro.

Si queréis, podéis cruzar el Puente de San Antón, al otro lado del Júcar, y visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Luz, dedicada a la patrona de la ciudad.

Gastronomía

En Cuenca debéis pediros los zarajos, tripas de cordero fritas y ovilladas en una ramita de sarmiento. También el morteruelo, especie de paté hecho con carne de liebre o perdiz, hígado de cerdo, miga de pan y fuertes especias. Otro plato exquisito es el ajoarriero, con patata, aceite, ajo, huevo cocido y bacalao, así como los pijancos, albóndigas hechas con patatas, pimentón y especias. Os recomiendo por supuesto el empedrao de arroz con garbanzos, las migas, las gachas y los pistos.

Todo ello bien regado con los vinos tinos y claretes de la Mancha, a los que hay que añadir uno que me encantó especialmente, el zurracapote o cuerva, un vino blanco con frutas y azúcar. Si tenéis la oportunidad de visitar Cuenca en Semana Santa, pediros el resolí, una mezcla de café, aguardiente, agua de naranja, canela y azúcar.

Fiestas

Una de las grandes fiestas en Cuenca es la Semana Santa. Otras fiestas son las patronales de San Julián, a finales de agosto, y la conmemoración de la conquista cristiana de la ciudad, que se celebra por San Mateo, el 21 de septiembre, con suelta de vaquillas y desfile de peñas.

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