Castro del Rio, una joya desconocida

Castro del Rio

Castro del Río, en la provincia de Córdoba, es uno de esos lugares no turísticos que poseen una especial atracción. Señalando el tránsito de la campiña baja a la alta, de la zona donde predominan los trigales a la que predominan los olivares, se sitúa en una colina a orillas del río Guadajoz.

Se coloca en una disposición radial a los pies de su castillo y el viejo barrio amurallado de la villa y en sus calles podremos “oler” su larga historia (de hecho, su propio nombre viene de tiempos romanos), vislumbrada por las casas señoriales y las iglesias de tanta sustancia como Madre de Dios o la Asunción.

Podemos comenzar su visita por las murallas y el castillo. Las defensas de Castro -que recordemos, viene de los campamentos militares de los tiempos romanos- son de hechura medieval. Las murallas comprenden una fortaleza con un torreón de 20 metros y un original aljibe árabe. En sus tiempos, el recorrido de la muralla contaba con 40 torres.

El barrio de la Villa es también un bonito lugar que visitar. Ocupa la parte más alta de la población y es heredero del antiguo casco amurallado. Se recomienda pasear con mucha calma por sus calles empedradas, disfrutando a cada paso desde la puerta de Martos a la plaza de la Iglesia. Es un bonito trayecto entre portadas de mansiones nobiliarias, fragmentos de muralla, arcos y edificios con gran valor histórico.

La última parada del pueblo lo podemos hacer en la iglesia de la Asunción, centro de gravedad del barrio de la Villa. Se edificó, como era normal, sobre una mezquita y sus rasgos góticos iniciales se combinan con elementos platerescos. El paradigma es su hermosa portada de 1538 donde también se mezclan otros estilos a consecuencia de sucesivas reformas.

Pero la visita no puede ser completa sin la vista del Castillo de Espejo. Su nombre original es el castillo de Pay Arias debido al noble que lo fundó y está considerada uo de los castillos más soberbios de los castillos cordobeses. Se levanta sobre un empinado cerro con un gran dominio sobre la campiña, un lugar estratégico.

Sobre un basamento romano (César hizo una impresionante acción bélica en Espejo), el castillo se asienta en piedra y ladrillo del siglo XV, símbolo del poder señorial que dominaba el sur de Córdoba. En su recinto, donde converge el perímetro amurallado que protegía la villa, sobresale la bonita torre del homenaje, con ventanas enrejadas y un ribete de matacanes. En fin, toda una delicia en el interior de Córdoba.

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