Guadalupe, ideas de viaje para una escapada

Guadalupe en Caceres

Cuenta la leyenda, que allá por el siglo XIV, un pastor llamado Gil Cordero se encontró una imagen de madera un tanto quemada de la Virgen María, que según parece, había permanecido oculta desde los tiempos de la denominación árabe; causa que originó la fundación de un monasterio y del nacimiento de la Puebla (denominación que recibió Guadalupe), siendo constituída en el año 1347 bajo la protección del rey Alfonso XI.

Prontamente se convirtió en un importante centro de peregrinación, creciendo y extendiéndose, por este motivo, la población en torno al monasterio, proliferando tanto la devoción a esta Virgen que llegó a convertirse, en la época de la conquista de América, en uno de los principales centros de peregrinación de la cristiandad. Así mismo, la aportación del patrimonio real dió tanta prosperidad al monasterio que llegó a disponer de escuelas de gramática y medicina, farmacia, tres hospitales y una gran biblioteca.

Otra muestra de su importancia en la época del descubrimiento del Nuevo Mundo, es cuando Cristóbal Colón puso nombre de Guadalupe a una de las islas caribeñas por él descubiertas y otra la peregrinación al lugar por parte de los Reyes Católicos en señal de agradecimiento a la Virgen por la conquista de Granada. En el año 1808 el monasterio fué saqueado por las tropas de Napoleón y cien años después fué nuevamente fundado por la orden franciscana (en sus inicios había sido morada de los monjes jerónimos), retomándose nuevamente como centro católico y lugar de peregrinaje, cosa que ha seguido siendo así hasta nuestros días.

La villa de Guadalupe, en la provincia de Cáceres, se encuentra situada al pié de la sierra de Villuercas, en un valle profundo y arbolado, lo que hace realzar más aún y darle un aspecto imaginario a la vista panorámica del monasterio dominando la villa y su entorno.

Sin lugar a dudas, como queda ya relatado, hablar de Guadalupe es hablar de su Monasterio, por lo que comenzamos el paseo centrándonos en éste. Levantado en el siglo XIV, reunió en su edificación a los mejores artistas de cada uno de los estilos que se mezclan y componen esta majestuosa obra arquitectónica de imponente fachada y aspecto de fortaleza, con sus torres almenadas y portada gótica, a la que se accede por una gran escalinata. Para ver su interior hay visitas guiadas, cuyo recorrido vamos a seguir para su exposición. Su Museo de Pintura y Escultura, que se encuentra en una sala del siglo XV con artesonado de madera, guarda un buen número de obras de arte correspondientes, en su mayoría, a los siglos XV y XVI, contando con ocho lienzos de Zurbarán; la obra «Confesión en la cárcel», de Goya; una talla de marfil de la Virgen con rasgos orientales de un autor filipino y una colección de libros corales y telas bordadas, éstas situadas en una sala del claustro mudéjar. Seguimos por el Coro y La Sacristía, llamada la «Capilla Sixtina española», del siglo XVII, de planta rectangular y techumbre que se divide en bóvedas sostenidas sobre pilares,  que alberga la obra de Zurbarán «El padre Gonzalo de llescas» y otros retratos de monjes que cubren unos muros decorados lujosamente y con gran armonía; sobre el altar de la capilla de San Jerónimo podemos contemplar la «Apoteósis», una de las más destacadas obras de Zurbarán. Los Claustros, de lo mejor del conjunto, uno de estilo múdéjar, del siglo XIV, con dos plantas dispuestas con arcos de herradura y un bello templete de estilo gótico-mudéjar en el centro; el claustro gótico, del siglo XVI, tiene tres galerías de arcos de piedra espléndidamente decorados con delicados calados. En este claustro estaba, antiguamente, la botica y hoy se encuentra el restaurante de la hospedería.

La Basílica, que se visita separadamente o bien a la entrada, consta de tres naves góticas y son de importancia su retablo de la capilla mayor, la verja del siglo XVI y la sillería del coro, barroca y en nogal, siendo sus capillas laterales de San Gragorio y Santa Ana, góticas dell siglo XV, de igual importancia.

Lo más venerado del monasterio y su origen es, la imagen de la Virgen y su camarín. La Imagen de la Virgen, negra de cara y manos, es de finales del siglo XII y estilo románico, y está realizada en madera de cedro, de figura sedente con corona y cetro y en su regazo descansa el Niño Jesús; se asienta sobre un trono de 1953 rodeado de pequeños esmaltes que relatan escenas de su hallazgo y de la historia del monasterio y posee un mecanismo que lo hace girar para su fácil contemplación. Una puerta de madera en el camarín permite la entrada. Este es de forma redonda y de estilo barroco y lo soportan cuatro pilares que están adornados con imágenes de mujeres bíblicas y nueve lienzos marianos de Lucas Jordan.

También merecen mención la Sala del Tesoro, del siglo XVI que guarda relicarios, mantos, custodias, joyas, rosarios y piezas de gran valor; y la Sala Capitular que conserva ochenta y siete manuscritos miniados por los monjes.

Fuera del monasterio, la Plaza de Santa María de Guadalupe, es el lugar más reseñable, precisamente por la imponente presencia del monasterio; en ella podemos entretenernos en visitar las tiendas artesanas de cerámicas y objetos de cobre hechos como tradicionalmente lo hacían los monjes. Sus calles adyacentes guardan todo el sabor de los pueblos serranos con una arquitectura tipicamente popular y distinta, con calles notoriamente empedradas y casas alineadas con balcones de madera y soportales rústicos de madera.

En nuestro peregrinar hasta esta bonita villa y su visita, bien merece una satisfacción gastronómica y un buen descanso, por lo que en la Parada y Fonda de este día nuestra propuesta es la siguiente.

Parador de Guadalupe.  c/Marqués de la Romana, 12  Guadalupe (Cáceres).

Parador de Guadalupe

Ocupa un estupendo palacio fortificado levantado por los duques de Feria en el año 1437, que fué hospital de peregrinos de San Juan Bautista en el siglo XVI, y en el que curiosamente se llevó a cabo la primera diseccion de un cuerpo humano; siendo también en ese mismo siglo cuando se llevó a efecto una ampliación realizada por Juan de Herrera en la que se añadió el patio de mármol blanco. Sus exteriores son de paredes blancas, pizarra y ladrillo, con nueve torres almenadas; siendo su precioso patio interior el que le imprime un carácter especial, pues también relucen sus paredes blancas, salientes de tejado de álabes rojos, interior adoquinado y copiosos naranjos, que dan cobijo a una gran cantidad de pájaros que nos ofrecen un extraordionario recital durante todas las horas del día. En sus dependencias se aprecian chimeneas y artesonados de madera, en algunos caso policromados; y sus habitaciones, bien equipadas, disponen de mobiliario rústico, amplitud y ambiente tranquilo, sólo alterado en las zonas comunes por la curiosidad de los turistas que se asoman para verlo. El hotel cuenta con restaurante, jardín, piscina y garaje.

Antes de ir a cenar o almorzar o bien después de ello, resulta bastante apetecible tomarse algo, un refresco, una cerveza o una copa, según el momento, en el patio de la Hospedería del Real Monasterio,  cosa que debería ser ineludible, previo a la visita al restaurante propuesto, dado el encanto especial que tiene, aunque también es  una opción válida como restaurante para la ocasión.

Restaurante Mesón El Cordero.  c/ Alfonso Onceno, 24.  Guadalupe (Cáceres).

Hospederia del Real Monasterio en Guadalupe

Local muy cercano a los referidos y que nos sitúa dentro del ambiente propio de la villa, con una decoración con muebles de madera, con suelo de tarima, artesonado de madera y zócalo de nogal, y por supuesto, lleno de objetos de cobre y latón. Sus recetas son sencillas y propias de la cocina tradicional extremeña, en las que hay que destacar especialmente la caldereta y el cordero asado al horno de leña, las verduras y la perdíz estofada, bien tratadas y con precios muy sensatos.

Como hay gustos y espacios para todos y todos los lugares de peregrinajes están llenos de grandes caminantes, quiero hacer mención de los parajes de las sierras de Villuercas y Los Ibores, donde existen bosques que se prestan a un agradable paseo, así como en los pastizales de La Serena.

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