Peratallada, encantador pueblo medieval
En la comarca del Bajo Ampurdán, situada sobre un suelo de rocas agrietadas, de donde viene originada su denominación, se encuentra la villa medieval de Peratallada. Declarado Conjunto Histórico Artístico en 1975, Peratallada es uno de los más bellos conjuntos arquitectónicos del Ampurdam, en Girona, que ha sabido conservar todo su carácter rural y medieval, así como su antiguo aspecto feudal.
Los primeros datos escritos que se tienen del lugar, se refieren al Castillo de Peratallada, siglo X, perteneciente, por aquel entonces, al linaje de los Peratallada; y en torno al cual fue creciendo la población. el castillo está formado por una gran torre, de planta rectangular coronada por almenas e irregulares sillares, rodeada por una muralla que recoge al barrio del castillo y que hace del mismo un círculo cerrado por el que se puede caminar por estrechos callejones con suelo empedrado y al que se accede a través de una puerta de piedra labrada.
Por el norte y por el este, se construyeron en los siglos XII y XIII dos contramurallas que protegen al pueblo, llegándose a realizar en los siglos XVI y XVII su parte superior. Posteriormente, a partir del siglo XI, el castillo es ampliado en varias ocasiones, siendo transformado en un suntuoso palacio y actualmente en un magnífico hotel, tras unas espectacular y ejemplar reforma para tal fin.
Entre sus muros dispone de unos bellos jardines. El Palacio Residencial, de forma complicada e irregular, que rodea un patio, dando su fachada a la Plaza del Castell, destacando su cuatro grandes ventanales góticos con finas columnas y capiteles y unos arquillos trebolados, con un bonito calado sobre éstos. Dentro del recinto principal hay tres grandes torres cuadradas, cabiendo destacar la Torre de las Horas, cuya fachada fue reconstruida en 1745.
A partir de su Plaza Mayor, que ya nos transporta y nos deja inmerso en un entorno medieval, con sus singulares porches y casas de piedra, podemos iniciar el recorrido por estas callejuelas estrechas, empedradas, cruzadas por pasadizos volados, y sus casas todas de piedra, con ventanas góticas, arcos, portones, llenas de color por las flores y plantas que se encaraman en sus fachadas y que nos dejarán a buen seguro, el deseo de reiniciar el paseo o de volver nuevamente, tan pronto como sea posible.
Fuera del recinto amurallado, se encuentra la Iglesia de Sant Esteve, románico del siglo XIII, con su espadaña almenada, consta de dos naves encabezadas por dos ábsides semicirculares lisos y con una sola ventana, estando su interior distribuido en dos capillas, con retablos barrocos y policromados. El campanario resalta a los pies de la iglesia.
Si con el encanto que rebosa este bellísimo pueblo, además se le añade al llegar la noche, la tenue luz que se derrama por la piedra y que le imprime una magia y un carácter especial, no hay más que pensar y buscar un alojamiento acorde con el lugar.
H. La Riera. Plaza las Voltes, 3 Peratallada (Girona).
A las puertas de la villa, se encuentra esta masía de piedra y barro del siglo XV, que guarda en su interior un ambiente lleno de rusticidad, buscado con finura y bien logrado, con vigas de madera, artesonados de coloridos, balcones de forja y mobiliario antiguo. Las habitaciones, con decoración rústica, son diferentes cada una de ellas, sencillas y austeras y ofrecen una bella estampa campestre. Disponen de un restaurante que ofrece una buena cocina catalana y resulta muy agradable, si el tiempo lo permite, una gustosa y tranquila cena en su terraza. Fácil aparcamiento.
Restaurante Candelaria. Carrer Major, 9 Peratallada (Girona)
Por si no apetece comer o cenar en el lugar donde se duerme, y conocer otro establecimiento, el Restaurante Candelaria, es un bonito y coqueto restaurante ubicado en un antiguo molino de aceite, que dispone de dos plantas, a elegir, si es posible, la planta baja, por su decoración y ambiente, algo extravagante e intimista y bastante acogedor. Ofrece una cocina mediterránea y de mercado, basada en los buenos productos y una buena elaboración. Una mención especial para los patés. Servicio muy atento.
Si se dispone de más días y sin tenerse que desplazar lejos y manteniendo el gusto por la piedra, las poblaciones de Pals, Monells, La Bisbal o Ullastret, pueden ser lugares idóneos para una visita.