Pedraza de la Sierra, la muy bella y noble
La muy bella y noble villa de Pedraza de la Sierra se nos aparece enclavada en la cima de una peña, circundada por los arroyos Batanes y San Miguel, a unos 40 kms. de Segovia y a unos casi 100 kms. de Madrid. Ciudad de aspecto y trazado medieval, totalmente amurallada, dominada por su castillo desde gran altura, visible desde una larga distancia y en un excelente estado de conservación que hace de ella uno de los pueblos más bellos y lleno de encantos de toda España, declarada Conjunto Monumental en 1951 y distinguida con los premios «C» de Turismo de Castilla y León en 1993 y Premio Europa Nostra en 1996.
La villa de Pedraza guarda un largo pasado histórico, pues sus orígenes datan de un temprano asentamiento celtíbero, y un importante papel histórico, por su lugar estratégico, ya desde la posterior ocupación romana hasta entrado el siglo XVIII, tanto en la época musulmana como tras la reconquista, cuando alcanza su mayor esplendor, especialmente a partir de mediados del siglo XIV cuando la villa de Pedraza se convierte en dominio señorial, llenándose sus calles de casas nobles y congregando a los más ricos ganaderos con numerosas cabezas de ovejas merinas pastando en sus tierras y propiciando la creación de buenas y bien reconocidas fábricas de paños que generaron un importante flujo monetario.
Es a partir de mediados del siglo XVIII cuando vive un período de decadencia con la llegada de la crisis ganadera y la abolición del régimen señorial que se agrava a comienzos del siglo XX con la despoblación del campo, quedando deshabitadas muchas de sus casas, para ser compradas en los años siguientes por gente con alto poder adquisitivo que las rehabilitan y le dan a la villa de Pedraza su configuración y realce actual.
Pero para comprender lo que encierra entre sus muros esta joya castellana lo mejor es darse un paseo por sus calles y disfrutar de tanto como nos ofrece, su historia, sus calles, sus plazas, contemplar sus notables casas blasonadas, sus mansiones y sus monumentos y darnos un agasajo con su estupenda gastronomía.
El único acceso a la villa de Pedraza, entrada y salida única, se hace a través de la Puerta de la Villa, del siglo XI, reconstruida en el siglo XVI por Íñigo Férnandez de Velasco, señor de Pedraza, cuyo escudo preside la entrada; sus portones de madera eran cerrados por la noche durante siglos preservando a la ciudad. Justo encima está la Cárcel de la Villa, edificio medieval del siglo XIII y reconstruido en el siglo XVI que sirvió de mazmorras.
Enfrente nos encontramos la Calle Real, preciosa y atractiva calle empedrada y alineada de antiguas casonas blasonadas, entre las que destacan la Casa de Pilatos con balcón de esquina, puerta dovelada y un escudo nobiliario de los Ladrón de Guevara, la Casa Grande que combina la piedra con un entramado de ladrillo y madera en su última planta, el Palacio de los Castro, con su alero y peculiares gárgolas y la Casa Montañesa, entre otras; el final de esta calle nos sitúa en la Plaza Mayor, con soportales que se sostienen por columnas de piedras de diferentes estilos, rodeada de casas blasonadas, el Ayuntamiento con galería y tres arcos con el reloj en su parte alta y la Iglesia de San Juan Bautista, que se asoma sobre los tejados de las casas que circundan la plaza, de origen románico del que se conserva la torre y una pila bautismal en su interior: el cual tras su reforma en época barroca se ha adecuado en este estilo.
Todo ello configura un magnífico y armónico conjunto que parece que con una pasmosa sobriedad y silencio soporta impávido el paso del tiempo. A espaldas del templo está la Plaza del Ganado, donde antiguamente se llevaba a cabo el mercado del ganado; la Plaza del Álamo, desde donde parte una pequeña calle que intercede con la Calle de la Cuesta, en cuyo punto está El Mirador, desde el que se obtiene una bonita panorámica.
De nuevo en la Plaza Mayor seguimos por la Calle Mayor, así mismo atractiva, empedrada y llena de casas nobles, que nos conduce a la Plaza de Santa María donde se encuentra la Iglesia de Santa María, del siglo XVI, en mal estado, de la que se conserva su torre; junto a ésta la Plaza del Campillo, desde la que seguimos hasta el Castillo que se levanta en alto con un muro impresionante, separado por un foso; de origen árabe y reedificado en el siglo XVI, en cuya torre del homenaje se encuentra ubicado el Museo de Zuloaga, el famoso pintor vasco que lo adquirió en su día y que en la actualidad pertenece a sus herederos.
Ya que nos encontramos en uno de los rincones más bonitos de España, cargado de historia y quietud, dentro de un conjunto armónico y muy especial, con unos establecimientos de calidad para el hospedaje y disfrute de su excepcional gastronomía, bien merece una buena elección en nuestra «Parada y Fonda» que esté en sintonía con el entorno, aunque se nos encarezca algo más en esta ocasión, estando convencidos que el resultado será altamente satisfactorio.
Hospedería de Santo Domingo. calle Matadero, 3 PEDRAZA (Segovia).
Situado muy cerca de la Puerta de la Villa, en el barrio judío, ocupa una casa noble del año 1703 que ha sido rehabilitada recientemente respetando al detalle los elementos originales con las comodidades actuales, con una decoración de tonos cálidos y de buen gusto que lo integran perfectamente en el entorno. Dispone de 17 habitaciones (14 dobles y 3 dobles especiales), de las que dos de ellas disponen de bañera de hidromasajes; todas bien equipadas, confortables y acogedoras. De sus espaciones comunes caben destacar el jardín y el salón de estar que cuenta con bar y comedor, donde se sirven unos sabrosos desayunos. Ofrece unas bonitas vistas.
Restaurante La Olma. Plaza del Ganado, 1 PEDRAZA (Segovia).
Ubicado en un antiguo caserón del siglo XVI de dos plantas, rehabilitado cuidadosamente y con buen gusto, bien acondicionado y decorado estilo asador, cuenta con tres comedores y dos terrazas para el buen tiempo, en los que se sirve una excelente cocina tradicional y de temporada en la que destacan los asados de cordero y cochinillo al horno de leña, así como otros platos más creativos y originales. Sus postres están muy bien elaborados. Es un gran referente en la zona. Su nombre viene dado en recuerdo de la desaparecida olma centenaria que presidía la plaza.
Dentro de la estupenda gastronomía local, si se apetece un buen plato de cuchara resultan muy gustosos los judiones, que son originarios de la Granja de San Ildefonso, que se encuentra no muy lejos de Pedraza, que por sí mismo puede constituir una visita, pues se trata de un bellísimo palacio , derroche de lujo y suntuosidad con unos espectaculares jardines llenos de fuentes y estatuas. Si se desea algún recuerdo de esta preciosa villa de Pedraza o del estupendo día pasado en ella, tienen buena fama los trabajos realizados en estaño.
Fotos vía: webshots