Escapada a Málaga

Escapada a Málaga

Me dicen que a veces estoy «abombao» y que nunca estoy «aliquindoi». Que tengo la cabeza en mil cosas y que siempre ando «despistao». Será porque una y otra vez mi corazón se vuelve a hacer una escapada a Málaga, deseando «olisquearla» una vez más, ir a comer «pescaíto» o a tomar unas «tapitas».

Que sí, «cuajaíto perdío». Pero es que cuando estoy así tengo que escaparme a algún sitio, aunque sea un fin de semana. Qué digo. Aunque sea ir y volver al día siguiente. Que sí, que se va un «pastizal» y que tampoco tengo la «chorla» como para organizármelo yo solo en ocasiones así. Y es entonces cuando recurro a portales oficiales para buscarme un destino, algún sitio nuevo que no conozca y que me permita desconectar.

Lo curioso es que en bastantes ocasiones acabo escapándome de nuevo a mi tierra, a mi Málaga, para recuperar y recordar viejos olores añejos que permanecen indelebles en mi memoria.

Volver a Málaga

Pues sí, me toca ir de nuevo a Málaga, a la que dejé atrás hace ya unos cuantos años, y entonces me acuerdo que yo tenía una casa mía allí en propiedad y que la vendí para venir a tenerife, y entonces me doy cuenta que cada vez que vuelvo me toca «acoquinar», y «apechugar» pagando noches de hotel o de alquiler de un piso.

Bueno. Es mi tierra. Mi gente. Y por ella hago lo que haga falta. Por ir a Pedregalejos a tomar unos «espetitos» (aquí todo va con «ito»), por comer en el famoso «Tintero», o en el «Cachalote», y total, para al final acabar comiendo una vez más en el merendero «Merlo».

Peor es que allí me espera mi rosada con ali oli, tan rica, «pa chuparse los deos». El tinto de verano y la refrescante ensalada malagueña que lleva naranjas troceadas y bacalao bien desmigado. Ah, y las huevas. Ay, esas huevas que no consigo encontrar por Tenerife. Con su aceitito, bien aliñadas y con cebollita…

Y después de la buena comilona, suelo darme un «garbeo» por el Parque, bajo (o subo, que nunca me aclaro), a la calle Larios, y termino descansando los «pinrreles» en el Café Central (que, por cierto, ya me cerró, y ahora me tendré que buscar otro) para tomarme un «mitad» (o un «sombra», o un «semisombra», o una «nube», o un «cortado», o un «largo»… si será por cafés). Y después, «empetao» ya, hasta las trancas de tanta comida, y para echar «pabajo» tanta comida, tras el café, alguna copichuela en la calle San Agustín, mirando a la «Manquita», a la que tanto echo de menos.

Catedral de Málaga

Señoras y señores… «La Manquita»

Me sentaré en una terracita tó «guarnío», cansado a más no poder, y probablemente me quede «esnortao», más despistado que un elefante en una cacharrería, y empezaré a pensar en todo lo que viví en esta tierra que me vio nacer.

¿Qué hacer en Málaga?

¿Sabéis que en Málaga los primeros domingos del mes, los museos son gratis? Pozi. Podrás visitar el Museo Picasso, también la Casa Natal de Picasso que se encuentra cerca del museo, en la Plaza de la Merced, el Museo de Bellas Artes, el Thyssen o hasta el Centro Pompidou que pusieron en el modernísimo Muelle Uno, en ese Puerto de Málaga que tal «barahunda» de turistas nos suelta al centro de la ciudad. Ah, y claro, el Museo del Vino de Málaga.

Ay, ese vinillo malagueño, tan dulce. Ay, ese Cartojal que tanto he bebido en la famosa Feria de Málaga. Y que bien que entraba, tan fresquito y chispeante, en plenas calores de agosto. Y qué peligroso que era, porque te lo bebías sin darte cuenta, y al rato ya iba uno «achispaíllo».

Y con la Feria, pues claro, me acuerdo de mi Semana Santa, de la Tribuna de los Pobres, y de los gritos de «guapa guapa guapa» al paso de la Virgen. Y de las manzanas de caramelo, y del algodón de azúcar, y cómo no, del chocolate con churros en «Casa Aranda», ya de «amanecía».

Semana Santa de Málaga

Y si aún quedan fuerzas, pues al día siguiente, a ver de nuevo la Manquita, nuestra Catedral, tan bonita, tan elegante y tan soberbia. Y al «laíto», la Alcazaba, esa que tantos siglos ha visto pasar, cuando incluso el mar romía al pie de sus murallas. O más arriba, el castillo de Gibralfaro.

Si será por cosas…

Pues sí, que oye, veníos pa Málaga que aquí todo lo que encontréis estará «nike» (pronunciado así, «nike». Nada de «naik» que eso es para finolis). O sea, niquelao, brillante, divino de la muerte.

Y es que Málaga, mi Málaga, acoge con una sonrisa a todo aquel que quiera visitarla.

 




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