La Ruta de los Pueblos Blancos en Cádiz

Arcos de la Frontera

Cádiz, la provincia que ríe, Cádiz la bella señorita blanca de mar y tierra, la que duerme entre vientos de Levante y sueña entre espumas y castillos, Cádiz la salada claridad y la música del poniente, el espejo de lentos atardeceres clavados en orillas y sierras. Cádiz…

Hoy vamos a recorrer una de las rutas más turísticas de la provincia de Cádiz, una ruta que se extiende por bellos parajes, parques naturales, pequeños ríos entre la historia, soleados pueblos tiznados de cal, martilleados por los siglos. Es la Ruta de los Pueblos Blancos, la ruta que recorre el interior de la provincia, ruta musulmana, de iglesias y castillos medievales, entre la espesura de las sierras y con el mar como perfecta pintura en el horizonte.

La Ruta de los Pueblos Blancos la componen una serie de pueblos de la provincia gaditana, pueblos que parecen escalar las montañas en donde se sitúan, un hermoso cortejo de casas blancas. De ahí viene el nombre de la Ruta, ya que todos los pueblos que visitamos tienen las fachadas encaladas, casas adornadas con macetas de vivos colores, tejados de rojas tejas, una auténtica explosión de luz y de color.

Nuestro recorrido lo iniciamos en Arcos de la Frontera, sin duda uno de los pueblos más bonitos de España, a 30 kilómetros de Jerez. Precisamente por la carretera que nos lleva hasta el pueblo vamos contemplando su magnífico emplazamiento. Arcos está situado sobre una peña, en un profundo tajo. Las casas parecen escalar en fila india la espalda de la peña. Un pueblo de hondas raíces medievales, estrechas callejuelas blancas, asfalto empedrado.

A los pies de la Peña corre presuroso el río Guadalete, testigo silencioso de cientos de batallas entre cristianos y musulmanes. Es inolvidable subir las empinadas calles de esta bella localidad hasta la cima de la peña, hasta la Plaza del Cabildo desde donde, un balcón abierto a la inmensidad de la campiña, nos ofrece unas vistas que llegan hasta la lejanía del mar, a más de 50 kilómetros. Y a nuestras espaldas, la imponente Iglesia de Santa María, de bellísima fachada plateresca, y en su interior, inigualables frescos del siglo XIV.

Zahara de la Sierra

Bajamos por la carretera, bordeando la peña arcense y dejando a nuestra derecha el hermoso Lago de Arcos, para acercarnos a Espera, otro hermoso pueblo blanco de calles estrechas y empinadas, donde destaca el Castillo Fatetar con la Ermita de Santiago y la imagen tan venerada del Cristo de la Antigua, así como su Iglesia de Santa María de Gracia, del siglo XV renacentista, y el Molino de los Diezmos, del XVIII. A 9 kilómetros de Espera llegamos hasta Bornos, otro precioso pueblo blanco a los pies del embalse de su mismo nombre. En Bornos destaca sobre su horizonte el Castillo de Fontanar, de origen árabe, de hermoso claustro y bellísimos jardines, donde tienen cabida fuentes y arrayanes.

Desde Bornos observamos al fondo la silueta encalada de Villamartín, ciudad fundada hace siete mil años, con restos importantes como el Conjunto Dolménico de Alberite. En su centro histórico de calles empedradas, la Fortaleza de Matrera y la Iglesia Parroquial de Santa María de las Virtudes son lugares destacados. Dejando atrás Villamartín nos sale al encuentro Prado del Rey, antesala del Parque Natural de Grazalema y de Los Alcornocales. Pasear por las calles de Prado del Rey es un lujo para la vista por la decoración floral de las mismas, jalonada con hermosos naranjos y limoneros que ofrecen al visitante un oloroso y dulce paseo.

Bajando por la carretera que nos llevó a Prado del Rey, a sólo 7 kilómetros de este último, El Bosque, la puerta natural de la Sierra de Grazalema, a los pies del Monte Albarracín. El Bosque está rodeado por el río Majaceite, afluente del Guadalete, que forma en sus alrededores bellísimas cascadas y manantiales, lugares que podemos recorrer en las numerosas rutas senderísticas que se nos proponen. Y a 10 kilómetros de El Bosque, llegamos a Ubrique, pueblo de origen fenicio, famoso por su trabajo con la piel y el cuero, uno de los más importantes de España en este sentido. Subiendo por sus callejuelas las vistas a la serranía gaditana serán incomparables. Aquí nos detendremos ante la Iglesia de San Antonio y el Convento de Nuestra Señora de la O.

En pleno Parque Natural de los Alcornocales duerme Benaocaz, alrededor del río Tavizna y la Sierra del Navazo Alto. Desde la altura de esta sierra es posible contemplar al fondo el Estrecho de Gibraltar y la cordillera africana del Atlas. Dentro de Benaocaz, también de calles blancas y estrechas, debemos visitar el Barrio Nazarí, barrio que conserva el empedrado original de sus calles, los muros y torreones de la època medieval que fortificaron la ciudad.

A 5 kilómetros de Benaocaz, se sitúa Villaluenga del Rosario, el pueblo más pequeño de la provincia, pero aún así, el punto más alto de Cádiz, en pleno corazón de la Sierra de Grazalema, un paraíso para los senderistas y para los espeleólogos, con más de 80 cuevas y simas en sus alrededores. Paseando por sus calles nos acompañará siempre el murmullo del agua, agua que corre bajo el mismo empedrado de las calles en profundos manantiales.

Muy cerquita de allí, Grazalema y su aldea de Benamahoma, único punto de la provincia en donde nieva, rodeada de pinsapos, encinas y un vasto paisaje digno de admirar. A su espalda, Zahara de la Sierra, con bellos balcones e increibles miradores a la sierra, con su Torre del Homenaje y su fortaleza medieval. Y detrás, cerrando el círculo, Algodonales, a la sombra de una imponente peña, entre olivos y naranjos, con su Iglesia Parroquial de Santa Ana.

Setenil de las Bodegas

Nos toca llegar ahora a la Wupira musulmana, Olvera. Su centro histórico está declarado Conjunto Histórico-Artístico, y sobre él se alza un magnífico castillo del siglo XII. Junto a él la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, de estilo neoclásico, construido en el siglo XVIII. Tiene otra serie de atractivos, como el Museo de La Frontera y los Castillos, el barrio de la Villa y, a dos kilómetros del pueblo, el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios.

Y concluimos nuestra Ruta en Setenil de las Bodegas, lindando ya con la provincia de Málaga, a 20 kilómetros de Ronda. En Setenil las casas forman parte de las rocas que el río Setenil ha ido puliendo con el paso de los siglos. Las ventanas parecen pequeñas cuevas cavadas en la piedra. La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación y el Castillo Nazarí con su Torre del Homenaje despiden al viajero que, desde la carretera, mira hacia el tajo en donde descansa Setenil.

La Ruta de los Pueblos Blancos, un lugar mágico lleno de sol y calles empinadas, en pleno corazón de la sierra gaditana.

Cómo llegar

Como decíamos al principio, la Ruta la podemos comenzar en Jerez de la Frontera, a donde podemos llegar en tren, avión o en cualquier otro medio. La ciudad está perfectamente comunicada, y ya dentro de la Ruta es prácticamente imposible perderse, pues la propia carretera nos va guiando con continuas señalizaciones entre los pueblos o con el propio indicativo de Ruta de los Pueblos Blancos. Además, es una perfecta excursión que podemos realizar en uno o dos días.

 Sigue la ruta en:

Arcos de la frontera, lugar de encuentro

Grazalema, bello enclave de los Pueblos Blancos

 

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2 comentarios

  1. francisca dice:

    Porque cuando hablais de los pueblos blancos no haceis referencia a Olvera, que tiene una preciosa estampa y maravillos sitios que visitar con historia y con el albergue y su via verde?…

  2. Jose Manuel Vargas dice:

    Hola Francisca

    Pues ya hemos añadido Olvera a nuestro recorrido. Muchas gracias por el dato, corregido.

    Un saludo !!

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