La excusa del río Sella

El Oso Yogui y su inseparable Bubú se convirtieron hace un par de años en la imagen de una campaña turística del Principado de Asturias. “Disfrutarás como un oso”, decía antes de su habitual coletilla.

Y no le faltaba razón. Asturias es un auténtico espectáculo de luz, color, paisajes, cultura, naturaleza, fiesta…Y si un lugar aúna todo lo anterior y mucho más son los 20 kilómetros que separan Arriondas de Ribadesella, origen y final del famoso Descenso del Sella que se celebra el primer domingo de agosto.

El Sella junto a Arriondas

Esa es la distancia (poco más o menos) que hay entre las primeras estribaciones de los Picos de Europa del mar y es uno de los núcleos principales del turismo rural y deportivo de Asturias. Arriondas recibe al visitante con los brazos abiertos. Cruzando el puente que salva el río Sella, se perfila como el perfecto pueblo de montaña. Su casco urbano, plagado de callejuelas y plazas, huelen a naturaleza mientras que la historia sale a nuestro encuentro, primero con la capilla de San Antonio y después con los vestigios indianos de aquellos que un día se fueron para regresar con los bolsillos llenos. El paseo es rápido y es inevitable acompañarlo con sidra. Es entonces cuando uno entiende al asturiano que regresó.

La propuesta cultural se completa con la deportiva. Hay para elegir. Mar, montaña y río hacen que cualquier actividad que el viajero desee tenga su oferta. Priman las de descender el río en piragua (mucho más duro de lo que se pueda pensar), pero hay descenso de barrancos, paintball, espeleología, paseos a caballo, quads…. Si se opta por la primera, la de las piraguas, la llegada a Ribadesella no puede ser más espectacular. El río se abre para, paralelo a las vías del único tren con un recorrido anual, morir en el mar al fondo de la playa de Santa María.

La desembocadura del Sella en Ribadesella

Una vez en Ribadesella nos encontramos con dos ciudades. Como Budapest, pero con el Sella de por medio. A la izquierda queda una zona que, como sucede en Arriondas, creció con el regreso de la emigración convirtiéndose en una especie de balneario para las clases acomodadas. Es en la margen opuesta en la que el pueblo revive. El Casco Antiguo, junto a las calles Comercio y Gran Vía, aglutinan el día a día de los lugareños. Allí están el comercio, la restauración y las mejores zonas de ocio. Imprescindible es la visita a la zona portuaria, donde las redes de los pescadores conviven con cada vez más veleros de recreación.

La mejor estampa es la que contempla desde el Paseo de la Grúa, desde donde Ribadesella se muestra en todo su esplendor ante el visitante que acompañará el paseo con la mayor obra del humorista gráfico Mingote, que ha dejado en la Villa seis murales de cerámica en los que expone su particular visión de la historia de la localidad.

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